Breve historia de los gladiadores
Daniel P. Mannix
Editorial Nowtilus
Sangre, arena, sudor, gritos, vítores y
jaleos…dolor, muerte. ¿Dónde encontrar esta truculenta combinación?, sin lugar
a dudas los candidatos son el “Circus
Maximus” y el “Coliseo”,
absolutamente majestuosos en su construcción como también crueles por los
espectáculos que se ofrecían en su interior. Todo el territorio romano estaba
salpicado de obras de estas características, de circos, mucho más humildes en
tamaño pero igual de sangrientos.
Daniel P. Mannix, nos explica de una forma
minuciosa y detallada que tipos de eventos se llevaban acabo en estos recintos
y emplea para ello una extraordinaria forma de hacérnoslo llegar, teniendo
todos los datos, utiliza a un personaje de ficción, aunque los nombres y profesiones
si que son reales, y novela un ensayo histórico, el resultado es original y
satisfactorio para el lector.
El autor nos traslada todo el salvajismo del que podían ser testigos, y hasta cómplices, los ciudadanos romanos sobre ese arenoso tapete. El pueblo romano estaba ansioso de ese tipo de espectáculos, de saber que a pesar de ser de las clases mas bajas y pobres todavía había personas que estaban peor que ellas, así lo trataban, como un alivio, como un lugar en el que volcar sus fracasos e infortunios, buscar un porqué a sus penosas vidas, de las que solo podían decir que eran ciudadanos romanos.
A través de la pluma de Mannix nos adentramos
en los entresijos de estos “juegos”,
nos explica como se utilizaban como arma, como argumento para resolver
conflictos políticos, y como estos mismos políticos buscaban el apoyo del
pueblo ofreciéndoles sangre y arena, muerte y sufrimiento. Era en estos “juegos” donde muchas veces se decidía
el futuro de Roma, donde un “don nadie”
podía escalar posiciones en la escala social de una manera vertiginosa, y por
ende si los “juegos” no eran del
agrado de la muchedumbre perder todo su favor. Estos espectáculos también eran
una fuente monetaria muy importante, muchísima gente vivía del sufrimiento de
otras, los cazadores de animales, esclavistas e incluso los afamados generales
romanos, aportando prisioneros para ser ejecutados en los “juegos”. La cantidad de oro que generaban es casi incalculable.
En estos “juegos”
no se limitaban a ofrecer gladiadores combatiendo por su vida o como ellos
decían y empleando un pequeño eufemismo, por la gloria, las limitaciones solo
se encontraban en su imaginación, y desde luego tenían mucha; cientos de
gladiadores, delincuentes, prisioneros y animales salvajes, podían morir en el
transcurso de unos “juegos”, pero
también existían otros espectáculos mas dantescos si cabe, se organizaban
violaciones de animales a mujeres atadas e indefensas, orgías con prisioneras
de corta edad, personas siendo devoradas por animales o quemadas vivas.
Otra parte de los “juegos” era la increíble tecnología empleada para la época, y que
aun hoy en día se desconoce exactamente como lograban por ejemplo, inundar el
circo y organizar grandes batallas navales o montar un escenario gigantesco
para simular una selva y organizar cacerías de los más exóticos animales,
importados de los más recónditos lugares del vasto territorio romano.
Mannix nos explica quienes eran los
diferentes combatientes en la arena o en las carreras de cuadrigas, los
aurigas, bestiarius, essedarius, hoplomachus, retiarius o secutor entre otros
muchos.
Pero lo que realmente quiere trasmitirnos
este ensayo es algo mucho mas lúgubre, mas inquietante, esos romanos, esos
ciudadanos romanos no difieren de nosotros en nada, a ellos se les ofrecía un
espectáculo y a nosotros otros, pero los nuestros simplemente están mas
controlados…si en algunos deportes de contacto tuviésemos la seguridad de que
alguno de los contendientes fuese a morir, sin duda alguna sería muchísimo mas
popular. Infinidad de espectadores que acuden a cualquier evento
deportivo, lo hacen para soltar el lastre de sus frustraciones, soltar la bilis
acumulada durante toda la semana, el día o el mes, y la descargan gritando
improperios e incluso ejerciendo la violencia sobre sus congéneres; les
satisface ver que otras personas también sufren.
Daniel P. Mannix es un afamado escritor y
periodista, nacido en 1911 en Pennsylvania, autor de más de una veintena de
libros, fue un viajero incansable y un personaje polifacético. Murió en 1977.
Desde este blog
quiero dedicarle un humilde homenaje a uno de los mayores y mejores
divulgadores que este país a conocido, Juan Antonio Cebrián (fallecido en el
2007), periodista, escritor, pero sobre todo amante de todo lo que hacía.
Consiguió trasmitir toda su pasión a muchas personas a través de las ondas y de
sus libros. Cebrián abre este ensayo con un magnífico y personal prologo.
Escrito por V.M.T
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